domingo, 5 de mayo de 2013


Nueva Canción Chilena. Dos años de exilio. 1975





Para muchos españoles, el golpe militar del 11 de septiembre de 1973 que acabó con la democracia en Chile supuso una conmoción política y personal que habría de marcarnos para siempre. Durante tres años, el ejemplo de ese país tan largo había sido un modelo que abría la posibilidad de alcanzar el socialismo, o algo que en cualquier caso supusiera una sociedad más justa, libre e igualitaria, a través del ejercicio democrático de la política, y el golpe supuso el derrumbamiento del sueño. De entre ellos, los que gustábamos de la música popular, habíamos encontrado en los nuevos cantantes y grupos chilenos el mejor retrato de esa utopía, un espejo en el que mirarse a la hora de ver las posibilidades que tenía la canción como forma de cultura, sí, pero también de concienciación y agitación. Sabíamos de los esfuerzos de la derecha de toda la vida por derrocar al gobierno de la Unidad Popular con los medios más agresivos, pero nunca supusimos que pudieran apoyar, en connivencia con Estados Unidos y su CIA, una sublevación militar cuya violencia y crueldad nos dejó anonadados.

Como se puede ver en el escaneado que incluyo al final del editorial que escribí para MUNDO SOCIAL en octubre, apenas sabíamos nada de lo que pasaba, lo que hacía dispararse la imaginación pero no apagar el dolor. De hecho, no conocimos la realidad del asesinato de Víctor Jara hasta que Gonzalo García Pelayo se encontró en Londres a su esposa, Joan Jara, al año del golpe y le hizo una magnífica entrevista que se publicó en Triunfo.

 En aquel momento el conocimiento de la canción chilena que teníamos era también escaso y parcial, como correspondía al haber accedido a él a través de los pocos discos que se habían editado para entonces en España y de algunos más que alguien nos podía haber traído en el fondo de alguna maleta. Habría que esperar a la edición en España a partir de 1975 de las producciones del sello DICAP (Difusora del Canto Popular), montado por el Partico Comunista de Chile, para que pudiéramos empezar de salir de esa ignorancia. Ya he colgado por aquí unos textos sobre Violeta Parra, ha llegado la hora de sus continuadores.

Ese mismo 1975 publiqué en la revista OZONO (supongo que en el mes de septiembre, pues solo conservo fotocopias sin fecha) un largo informe sobre lo que había significado la Nueva Canción en el contexto de la Unidad Popular y cómo el golpe había obligado al exilio a la mayor parte de sus integrantes. En el largo artículo que reproduzco, cuatro páginas, se incluía también la discografía chilena editada hasta entonces en España.










Aunque sé que no es muy conveniente abusar de los recuerdos, ni acudir al sentimiento a la hora de escribir un artículo, se me va a permitir --o me lo voy a permitir yo mismo-- empezar con algunas alusiones muy personales que espero se correspondan con 1as de algunos de los lectores para no sentirme tan solo.

Referencias personales que me llevan dos años atrás, a un 11 de septiembre terriblemente triste. Durante tres años, algunos, tal vez muchos, habíamos tenido la vista fija y los oídos atentos a cuanto sucedía al otro lado del mar, en un país ten largo que nos costaba trabajo aprehenderlo de punta a punta, desde la Tierra del Fuego hasta lo alto del Altiplano, en ese Chile que era. nuestra utopía y nuestro espejó, nuestra preocupación y nuestra esperanza. En pocos años habíamos aprendido a amar paisajes y gentes que nunca habíamos conocido, que nunca habíamos visto, habíamos aprendido a subir uno a uno los escalones de la solidaridad con el pueblo triunfante, como ahora tendríamos que aprender a subir uno a uno los más tristes escalones de la solidaridad con el, pueblo derrotado (o, mejor dicho, no el pueblo derrotado, sino el pueblo en lucha).

Aquel 11 de septiembre de 1973 fue brutal, nos azotó de golpe, sin damos tiempo a reponernos. Suponíamos que algo tenía que suceder, que un día cualquiera la muerte tendría que mostrar su cara brutal, descarnada, pero no podíamos imaginar que iba a ser de aquella forma. Y sólo nos quedaba lanzarnos sobre los periódicos para inquirir noticias, escuchar la radio para intentar saber lo que sucedía por debajo.de fas verdades oficiales, estábamos demasiado lejos para que nuestro brazo llegara hasta allí, y a la tristeza se unía la impotencia.

Nos enteramos de la muerte de Salvador Allende, y unos días después de la de Pablo Neruda; al día siguiente, mientras iba en coche, del silencio definitivo de Víctor Jara. Y sabíamos que éstos eran sólo los nombres que conocíamos, que no eran sino la parte visible de un gran iceberg de muertos anónimos, y en cada uno de ellos lloramos a muchos otros.

Durante mucho tiempo me negué a escuchar canciones chilenas, pero hay que seguir viviendo; un día, en un discoforum, volví a escuchar (y a poner) "Venceremos", él himno de la Unidad Popular, cantado por Inti Ilimani:

"Desde el hondo crisol de la patria
se levanta el clamor popular
ya se anuncia la nueva alborada
todo Chile comienza a cantar..."

Y la gente se fue levantando poco a poco. Se iban poniendo en pie y escuchaban en silencio la canción que salía del frío tocadiscos. Toda la sala, con los puños apretados. Entonces me di cuenta de que todo era posible nuevamente, que cada día se nace de nuevo. Y aquí estoy ahora, intentando otra vez, en septiembre del 75, explicar --quizá con tristeza pero ya sin lágrimas-- lo que han supuesto estos dos años de exilio para la canción chilena.



Difícilmente podemos comprender la violencia de la represión contra la canción popular si antes no vemos, aunque sea brevemente, la importancia que llegó a alcanzar como vehículo de concienciación de las masas en los tres años de Unidad Popular y aún antes.

Si queremos remontamos al folklore más remoto, podemos hacerlo, y encontraremos canciones que, como "Bajando la cordillera" (1817) o "Cueca de Balmaceda" (1886), constituyen pruebas reales de un folklore vivo, cantando eI camino del pueblo hacia la libertad, por no citar el "Canto a la Pampa", que con letra del poeta Carlos Pezoa Veliz y música tradicional es un antecedente temático de la "Cantata Santa María de Iquique":

"Pido venganza por el pampino que allá en Iquique supo morir."

Pero sin duda, la más importante aportación al nacimiento de una nueva canción popular chilena, el primer eslabón, fue Violeta Parra. Su ingente labor como folklorista, recopiladora, compositora, instrumentista e intérprete y su inquebrantable postura "militante" como cantante y como persona la convierten en ejemplo a seguir y en maestra indiscutida de toda la generación de jóvenes cantantes que surgieron en Chile a partir de 1965 y que cuenta con sus hijos Ángel e Isabel en primera línea de fuego. Junto a ellos, Víctor Jara, Rolando Alarcón, Patricio Mans, Héctor Pávez, Juan Capra, Quilapayún, Inti Illimani, Voces Andinas, Los de la Peña, Los Cuatro de Chile, y un largo etcétera que convirtieron la canción chilena en un arte de participación popular, en un arma de esclarecimiento, conocimiento y lucha.

Fueron los momentos difíciles. Tuvieron que enfrentarse con la radio y la televisión para las que apenas si existen, sufrieron dificultades para grabar, el boicot de las grandes distribuidoras,  debiendo refugiarse en los pequeños sellos de vida precaria, pero de abundante entusiasmo: "Arena", "Peña de los Parra", "J. J.", y finalmente DICAP (Difusora del Canto Popular), en la que habrían de fundirse todos los esfuerzos.

Llegó 1970, llegó la campaña presidencial de Salvador Allende y el agrupamiento de los partidos de izquierda alrededor de la Unidad Popular. ¿Cómo hubiera reaccionado Violeta Parra ante un hecho de esta importancia? La respuesta resulta evidente: de la misma manera que reaccionaron los cantantes que podían hacerlo. Los comités de Unidad Popular reunían a los simpatizantes del proceso, a los militantes de los partidos políticos y a los independientes que en una esfera determinada de la producción apoyan la campaña presidencial y el programa conjunto. Los cantantes formaron su comité, en él participaron todos los nombrados y muchos más que abarcan desde importantes folkloristas veteranas, como la gran Margot Loyola, hasta músicos de extracción clásica que se acercan entonces a la música popular, tales como Gustavo Becerra, Sergio Ortega y Luis Advis.

Los comités de Unidad Popular de músicos y cantantes realizaron una importantísima labor de colaboración en la campaña presidencial de Salvador Allende: Actuando en los mítines, buscando votos, creando canciones, poniendo sus discos y su trabajo personal al servicio la camparla. El triunfo en las elecciones presidenciales de septiembre del 70 cambió radicalmente el panorama de la nueva canción chilena.
Cambios que se operan en primer lugar en el campo de las facilidades para el perfecto desarrollo de su trabajo. Lo que hasta entonces habían sido dificultades serían todo lo contrario, a pesar de la oposición de ciertos sectores de los medios de información (prensa, radio y televisión), que todavía continuaban en manos del capital. Los medios oficiales fueron, por primera vez, un eficaz sistema de comunicación popular, y los cantantes entraron a participar en ellos, así como a hacer música para películas (Inti Illímani, por ejemplo, hizo la música de "Continente en llamas" y "La tierna prometida"; Patricio Castillo y Amerindios, la de "Diálogo de América", entre otros muchos); las Universidades quedaron al servicio del folklore, creándose departamentos especializados en su estudio, conservación y difusión. La discografica RCA pasó a depender del Gobierno, con el nombre de IRT y dirección de Julio Numhauser (Amerindios); DICAP, por primera vez en su historia, no sólo no vio obstaculizada su labor, sino que se le facilita, y los propios cantantes pasaron a desarrollar su trabajo como becados de diferentes organismos: sindicatos, Universidades, la propia Presidencia del Gobierno. El "tren de la cultura", una iniciativa cultural que tuvo su antecedente en la Rusia leninista, recorrió el país llevando a rincones donde antes nunca habían llegado la cultura, el arte, la poesía, e1 cine y, naturalmente, la canción.

Estos cambios son fundamentales para comprender lo sucedido en la nueva canción chilena durante esos tres hermosos años de la historia de Chile, puesto que, naturalmente, iban a repercutir en las propias canciones y en los propios cantantes. Hemos de considerar que son estos cambios estructurales los que permitieron que la nueva canción chilena dejara de ostentar el “valor de cambio”” que toda obra de arte tiene en la sociedad capitalista, para pasar a ser de verdad una obra popular y alcanzar una libertad de creación de temas y de formas nunca antes soñada.




Si siempre en la nueva canción chilena, siguiendo el ejemplo de Violeta Parra, se había planteado la recuperación de su folklore como método de reencuentro de la propia identidad como pueblo, el Gobierno de la Unidad Popular permitió la profundización en esta búsqueda y, sobre todo, su definitiva popularización, que llevó consigo la aparición de nuevos grupos con gente muy joven (como Illapu) y al surgimiento de nuevos cantantes y folkloristas, como Tito Fernández, Oswaldo Rodríguez, Charo Cofre, Hugo Arévalo, etc.

Junto a esta búsqueda en las raíces del folklore, otro de los rasgos definitorios de esta etapa es la investigación de nuevas formas musicales que sin dejar su raíz popular fueron también una utilización liberadora de las nuevas corrientes musicales y de los nuevos instrumentos. En este apartado se pueden apuntar algunos trabajos de Ángel Parra, Víctor Jara, Isabel Parra, Amerindios, Payo Grondona, Tiempo Nuevo, etc., siendo también de gran importancia la aparición de conjuntos de música "pop" que trajoen a este tipo de música una preocupación social en sus letras, recuperada sin duda de la nueva canción y del folklore. Estos conjuntos, como Blops, Jaivas, Congregación, Congreso, Embrujo, apenas han sido capaces de superar la represión, deshaciéndose la mayoría de ellos.

Y la tercera característica a destacar es la utilización de formas de la música culta mezclados con las tradicionales, creando esa nueva modalidad que es la "Cantata". Obras de larga extensión, con un argumento dramático y un contenido revolucionario. Este es sin duda el mayor aporte de la nueva canción chilena en estos años, un camino que se inicia con la "Cantata Santa María de Iquique", de Luis Advis, cantada por Quilapayún, se continúa después con "La fragua", de Sergio Ortega; "Vivir como el Van Troi", de Frank Fernández, también interpretadas por Quilapayún; "Canto para una semilla", de Luis Advis, sobre poemas de Violeta Parra, interpretada por Inti lllimani e Isabel Parra; "Canto al programa", de Julio Rojas en el texto y Luis Advis y Sergio Ortega en la música, cantada por Inti lllimani también; "La población", de Víctor Jara; el "Canto general", de Aparcoa, sobre textos de Neruda o el "Oratorio de los trabajadores", de Huamari.

En el apartado de, textos se perfilan ciertos temas que se van repitiendo hasta conformar unas constantes temáticas bien definidas, que no siempre son, ni mucho menos, políticas o sociales, pese a su importancia, sino que abarcan igualmente la recuperación de temas folklóricos y las canciones de amor, por poner dos ejemplos (y pienso que algunas de las más hermosas canciones de amor de la nueva canción chilena se escriben precisamente en estos años de lucha, como, por ejemplo, "El encuentro", de Jara, o "No te alejes más", de Ángel Parra), los temas que se decantan podríamos agruparlos en cuatro grandes apartados:

Está el disco completo, pero la primera es necesaria:
 "NIXON"

1. La recuperación de la historia.-- Es decir, la búsqueda en la historia de Chile de un pasado que investigar, que contemplar para sacar unas experiencias para el presente y para  enorgullecerse de sus raíces.  Aunque no falte en canciones sueltas (“Puerto Mont”, de Víctor Jara sin ir más lejos), este tema suele quedar circunscrito a las cantatas,  por ejemplo,  “Santa María de Iquique” trata del luctuoso asesinato de 3.600 obreros de las minas del salitre en 1907; el "Canto general" lleva su mirada a la historia pasada de la América Latina y a sus relaciones con el Imperio y e, imperialismo, "La fragua" y "Oratorio de los trabajadores" lo que ponen en música es la heroica lucha de la clase obrera chilena, "Canto para una semilla" rastrea la vida de Violeta Parra y, por consiguiente, la historia misma del canto popular.

2. Apoyo a la Unidad Popular.-- Lo que antes había sido crítica y lucha, con la Unidad Popular en el gobierno hubo de plantearse evidentemente con una nueva perspectiva, que si también era lucha, iba destinada ahora a consolidar el nuevo gobierno popular. En este esquema se circunscriben obras como "Canto al programa" y canciones y ciclos de canciones como "Canciones de patria nueva", de Ángel Parra; "Ahora es tiempo nuevo", de Tiempo Nuevo; "Cueca de la CUT", de Héctor Pávez; "Póngale el hombro, m'hijito", de Isabel Parra; "Mes  de volantines",  de Amerindios,  las canciones a la  Brigada Ramona Parra, de Ángel Parra y Víctor Jara, y tantas otras.     
                               ~
3. La solidaridad internacional.-- De similar manera a como ha  sucedido  en Cuba con la Trova Cubana las nuevas canciones de Chile abordaron la  solidaridad   internacional,   solidaridad  que puede ser hacia los países en lucha (como Vietnam) o los países revolucionarios (como Cuba), siguiendo también en esto el ejemplo de Violeta Parra. Quizá la obra más significativa en  este sentido sea "Vivir como él Van Troi", de Quilapayún, pero también se inscriben canciones como "El derecho de vivir en paz" y "A Cuba", de Víctor Jara; "Nixon" y "Una vez un yankee yo encontré", de Amerindios; "Canción de Navidad", de Tito Fernández, y la serie de canciones cubanas que interpreta Isabel Parra en "Dé aquí y de allá" e "Isabel Parra y parte del grupo de experimentación sonora ICAIC", sus dos álbumes de la Unidad Popular.

4. La crítica del "momio".-- El "momio" es el reaccionario, el burgués, el pancista, y contra él se vuelven las canciones más duras. Temas como las "Canciones funcionales", de Ángel Parra, y otras de Víctor Jara, Quilapayún, Amerindios, Payo Grondona, etc., apuntan en este sentido y son una puesta al descubierto del reaccionario. Aunque tampoco falta alguna canción como "La compañera rescatable", de Isabel Parra o "Ya no basta con rezar", de Tiempo Nuevo, que apuntan a una posible convergencia entre elementos de la burguesía y el cristianismo con la revolución. También en este apartado podríamos incluir las canciones que a partir del intento de golpe militar del 29 de junio de 1973 se escribieron como denuncia de la guerra civil que se avecinaba inexorablemente y que iba a estallar en septiembre del mismo año:

"De nuevo quieren manchar
mi tierra con sangre obrera
los qué hablan  de libertad
y tienen las manos negras,
los que quieren separar
a la madre de los hijos
y quieren reconstruir
la cruz que llevara Cristo."
Vientos del pueblo, Víctor Jara

Quizá de todos los cantantes chilenos fuera Víctor Jara el que tratara de manera más clara la posibilidad de Un golpe militar y de una guerra civil: respondiendo al llamamiento de Pablo Neruda para evitar la guerra puso música a uno de sus poemas y estaba trabajando en su grabación el 11 de septiembre:

"Yo no quiero mi patria dividida
ni por siete cuchillos desangrada.
Quiero la luz de Chile enarbolada
sobre la nueva casa construida."
Aquí me quedo Pablo Neruda, Víctor Jara, Patricio Castillo.


y Angel Parra. Canción de amor. 1972 uno de los primeros videos musicales de chile

Una vez comprobada la eficacia de la canción popular en Chile y su importancia no encontraremos extraño que sobré ella se volcara la represión de manera más violenta si cabe, eliminando en tan sólo unos días la fecunda labor que había durado años. Tal vez el caso más destacado de represión fuera la muerte de Víctor Jara en el estadio Santiago de Chile, pero, indudablemente no se trata del único, también está el encarcelamiento de Ángel Parra, el exilio del resto, la clausura de DICAP, la total esterilización de la canción, la sustitución de la nueva canción por la cancioncilla de consumo, la instauración de la vulgaridad y la alienación en la música popular.

El 11 de septiembre de 1973 comenzó .para la nueva canción chilena una nueva etapa: el duro aprendizaje del exilio.

Y si durante casi un año el trabajo primordial de componer se ve relegado a segundo término por la urgencia de encontrar un sitio donde vivir, de aclimatarse a la nueva situación, de organizar la vida en el exilio, pronto empiezan a surgir las nuevas canciones. Se reorganiza DICAP, que empieza a trabajar y a editar sus nuevos discos en París, los conjuntos y los cantantes recorren los cinco continentes dando recitales que son un llamado a la solidaridad, una nueva manera de continuar la vieja lucha.

Las nuevas canciones tratan fundamentalmente dos temas: la denuncia y la esperanza:

"Cuiden que no pase el tiempo,
cuídense del sol y el aire,
cuídense que ninguno piense,
 pero no podrán librarse
porque en la historia del hombre
cuajará pronto la sangre."
Cuajará pronto la sangre (anónima)

"Y la sangre de Allende
corrió a torrentes;
fue vista por los pueblos
y continentes,
y continentes, sí,
qué canallada,
porque libre quería
la patria amada."
Alerta pueblos del mundo, Héctor Pávez

''Nuestro pueblo no está sólo
su problema no es extraño,
de todos los continentes,
de todos los corazones,
se elevan miles de manos."
Ya no es tiempo de esperar, Isabel Parra

Y ahora, el pueblo
que se alza en la lucha
con voz de gigante
gritando: ¡Adelante!”
El pueblo unido jamás será vencido


VIOLETA PARRA: Inútil escribir su biografía, sin duda la más importante cantante folklorista y compositora de Chile y de América. Muerta en 1966. “Un río de sangre” (CBS), con Isabel y Ángel Parra; le faltan tres canciones del original, completadas con canciones de Los Calchakis.Las últimas composiciones” (RCA); disco fundamental, aunque en su última y reciente edición chilena, realizada después del golpe, se haya cometido el atentado artístico de añadirle cuerda. Ante la indignación general, RCA española ha editado al fin la edición original sin violines. “Canciones inéditas” (Gong-Movieplay); antiguas grabaciones en París, contiene quizá su obra más "rara": la suite “El gavilán”, de nueve minutos de duración.

QUILAPAYUN: También conocidos sobradamente. Creados en 1966, su obra es ingente, por el grupo han pasado, entre otros, Julio Numhauser, Patricio Castillo y Julio Carrasco. Actualmente viven en París. “¡Basta!” (Gong-Movieplay); disco fundamental en su discografía, en la edición española ha sido necesario incluir canciones de otros álbumes. “Canto de pueblos andinos, vol. 2” (Emi Odeón); discos de folklore de toda América, pertenece a sus grabaciones con la Emi chilena. “Cantata Santa María de Iquique” (Gong-Movieplay); la obra más importante sin ninguna duda de la nueva canción chilena. Se editará aquí en octubre.

INTI ILLIMANI: Formados en 1967, han recorrido todo el mundo con sus canciones, se trata quizá del mejor grupo instrumental chileno. Viven actualmente en Italia. “Nueva canción chilena” (Gong-Movieplay), edición española de su disco italiano. “Canto de pueblos andinos” (Emi Odeón). Disco de folklore. “Canto de pueblos andinos, vol. 1” (Emi Odeón).

VÍCTOR JARA: No sólo por su muerte, sino también en vida, el compositor más apreciado de la nueva canción chilena. Director y profesor teatral, también formó parte del conjunto Cuncumen y Quilapayún (como director musical). Asesinado el 17 de septiembre de 1973. “Te recuerdo, Amanda” (Gong-Movieplay). Por varias razones la cara "B" contiene canciones de su álbum “El derecho de vivir en paz”. “Canciones póstumas” (Gong-Movieplay). Recoge seis de las siete canciones que estaba grabando al morir. Lleva también un homenaje de Labordeta y otro de Miguel Ángel Cheruvito y Eulogio Davalos.

ISABEL Y ÁNGEL PARRA: Hijos de Violeta, fundadores de la Peña de Los Parra, tanto formando dúo como en solitario constituyen dos de las personalidades más fuertes de la N. C. Ch. Isabel vive actualmente en París trás haber estado un año en la República Democrática Alemana, y Ángel vive en México, donde se instaló después de seis meses de campo de concentración. “De Violeta” (Gong-Movieplay), cantan canciones de su madre.

GABRIEL SALINAS: Junto con su compañera Victoria Torres estuvo en España en el año sesenta y ocho, siendo quizás el primer cantante que dio a conocer en nuestro país la música latinoamericana comprometida. Hermano de Horacio Salinas (Inti Illimani), actualmente ha vuelto a Barcelona. “Canto a mi América” (Barlovento. 1969). “Yo defiendo mi tierra” (Barlovento).

AMERINDIOS: Dúo formado por Julio Numhauser y Mauro Salazar; en él que también estuvo un tiempo Patricio Castillo. Vivieron en España y luego marcharon a Suecia donde residen ahora. “Tu sueño es mi sueño, tu grito es mi canto” (Diresa y Basf). Quizás el disco más problemático de los editados en España. La primera edición es de 1973, justo en septiembre, pero la editora lo retiró del mercado ante el golpe militar; a la llegada del grupo a España volvió a ponerse de nuevo a la venta, pero la fuga con la "pasta" del director de Diresa volvió a hacerlo desaparecer. Recientemente ha sido reeditado por Basf, pero parece ser que los contactos de la central alemana de esta casa con la Junta Militar han obligado a retirarlo de nuevo.

GUILLERMO BASTERRECHEA: Cantante chileno que lleva algún tiempo en España, donde ha hecho prácticamente toda su carrera. “Te recuerdo, Amanda” (Emi Odeón). Las obligaciones discográficas le obligaron a aceptar unos arreglos poco convincentes para este disco. “Homenaje a Víctor Jara” (CBS). Disco en el que canta versiones muy personales de canciones de Víctor Jara.

ATACAMA: Grupo dedicado al folklore formado antes del golpe en Suecia. Ya están disueltos. “Arriba quemando el sol” (Bocaccio Records). Editado en 1973.

JUAN CAPRA: Cantante poco conocido en Chile, puesto que aunque fue uno de los iniciadores de la "Peña de los Parra", salió del país para estudiar en Italia, donde participó en los espectáculos del Nuevo Cancionero Italiano. Vuelto a Chile durante la Unidad Popular desconocemos cuál es hoy su paradero, aunque desde luego no continúa en Chile. “Cantos y danzas de Chile” (Hispavox). Aunque editado en 1972 ni siquiera se indicaba en portada que se trataba de Juan Capra. Supongo que el disco ya estará descatalogado. “Canto a lo humano” (Edigsa). Grabación original francesa es realmente un magnífico disco de folklore.

CURACAS: Grupo formado en 1968 en el seno de la Peña de los Parra. Se dedican fundamentalmente al folklore. En la actualidad está disuelto. “Norte” (Gong-Movieplay) Es un buen disco de folklore.

ILLAPU: Formados durante la UP por seis jóvenes estudiantes, su repertorio es una mezcla de temas del folklore y comprometidos. Residen en Europa. “Música andina” (Gong-Movieplay).

TITO FERNANDEZ: También pertenece a los cantantes surgidos después del 70. Aunque vive en Chile actualmente hay que desmentir tajántemente los rumores que han corrido sobre su colaboracionismo con el nuevo régimen. “El temucano” (Gong-Movieplay).

MIGUEL ÁNGEL CHERUVITO Y EULOGIO DAVALOS: Dúo de guitarristas que interpretan tanto música clásica como folklore. Actualmente viven en Barcelona, donde actúan a menudo demostrando su magnífico dominio del instrumento. “Música para todos” (Gong-Movieplay).

Además de estos cantantes que tienen discos editados en España, están en el exilio: Charo Cofre y Hugo Arévalo (Italia), Patricio Castillo, Aparcoa, Patricio Mans, Sergio Ortega (París), Oswaldo Rodríguez, Payo Grondona y Tiempo Nuevo (Alemania), entre otros.









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